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martes, 19 de octubre de 2010

Los seres humanos nos constituimos en el lenguaje

"Dintinciones, juicios y narrativas nos constituyen"


En entradas anteriores establecimos que los seres humanos “no sabemos cómo las cosas son ,solo sabemos cómo las interpretamos”. Dado lo anterior sería preciso reconocer que dichas interpretaciones ocurren en el lenguaje. “Los seres humanos nos creamos en el lenguaje”.

El mundo que percibimos no es percibido únicamente por nuestros sentidos, lo percibimos también a través del lenguaje, a través de las distinciones que hacemos en el lenguaje. Una distinción es la capacidad que tenemos de separar un algo de un todo y constituirlo en un objeto de observación. A través de nuestras distinciones los seres humanos damos orden al caos, pero lo hacemos de formas muy diferentes. Una misma situación es observada de manera distinta de acuerdo a las distinciones de las cuáles participamos.

Si se presenta un estado de resultados a un arquitecto verá en él cosas muy diferentes a las que ve un contador, mismo caso es presentar un plano de construcción a un administrador de empresas quien observará cosas distintas a las que observa un ingeniero. Un médico tradicional verá cosas distintas en el cuerpo humano de las que ve un médico formado en medicina oriental. El mismo cielo es observado de maneras distintas por astrónomos que por astrólogos. Los ejemplos pueden ser muchos, de hecho, cada profesión y cada oficio no son más que un conjunto de distinciones dentro de un dominio particular. Como podemos ver, las acciones que nos están disponibles, se encuentran acotadas por el tipo particular de observador en que nos constituyen las distinciones de las que participamos. Digámoslo una vez más, muchos de los objetos que pueblan nuestros mundos resultan de las distinciones que seamos capaces de realizar.

Pero el lenguaje no únicamente nos permite distinguir diferentes objetos, también nos permite tomar una posición respecto a ellos, no somos observadores neutrales, el mundo que observamos nos importa, y nos importa también de maneras distintas, pero ninguno de nosotros somos descomprometidos con lo que observamos. No podemos desprendernos de nuestras posiciones, los horizontes de posibilidades que observamos nos afectan de una u otra manera. Esa manera se define en nuestra particular capacidad de enjuiciar lo que vivimos, lo que experimentamos. Los seres humanos, como seres lingüísticos, emitimos juicios respecto a lo que vivimos y diferentes juicios nos constituyen en observadores diferentes.

Individuos distintos participando de una misma situación se constituyen en observadores diferentes de acuerdo a los juicios que sean capaces de proveer a la situación observada. Rigurosamente, hablar de una misma situación es ahora un sinsentido, no existe una sola situación, sino tantas como observadores participen de ella. La objetividad como tal es inexistente.

Por último diremos que el lenguaje no solo nos permite hacer distinciones y emitir juicios, entre otras muchas, nos permite hacer narrativas, conectar varias observaciones y entretejerlas a manera de obtener una historia, un relato, una explicación. De acuerdo a las explicaciones o historias que nos contemos nos constituiremos en observadores diferentes. Los relatos que hacemos de nosotros mismos distan mucho de ser los que otros cuentan de nosotros. Lo que somos es solo el relato que hacemos de nosotros y el que los otros hacen de nosotros, los seres humanos somos una construcción lingüística.

Así pues, nuestros ámbitos de acción, de lo posible y de lo imposible, están sujetos por mucho a las distinciones, juicios y narrativas que seamos capaces de proveer a lo observado. Veo necesario aclarar que estos tres ámbitos del lenguaje tienen dimensiones mucho más profundas que por razones de espacio no podemos tratar, pero espero sirvan como fundamento para desprendernos de la noción de “verdad” que conocemos y podamos comenzar a observarnos de manera distinta.