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viernes, 14 de enero de 2011

Ya basta de sangre


En días pasados la red social tuiter fue testigo de una expresión surgida del miedo de algunos mexicanos y encabezada por los caricaturistas “monero” Hernández y “Rius”. La polémica que dicha expresión provocó en este y otros medios tiene como origen la legitimidad.

Nuestra sociedad suele cuestionar la legitimidad de las acciones basada, no en el resultado de dichas acciones, sino en una abstracción de la que siempre solemos echar mano las “intenciones”.

Decir que el presidente Calderón tuvo la “intención” de legitimar su gobierno sustentado en la guerra contra el crimen organizado es una afirmación que nadie que presuma de sensatez podría sostener. Del mismo modo, afirmar que le expresión Ya basta de sangre tiene la “intención” de restar legitimidad a dicho gobierno resulta tan insensata como la primera.

Recurrir a la intencionalidad para legitimar o para cuestionar la legitimidad de alguna acción es un intento de explicar algo que creemos comprender pero que sin embargo no tenemos un fundamento concreto para elaborar una reformulación del fenómeno al que nos referimos.

La noción de servir es relacional, algo sirve en función de lo que se desea. En el caso particular de la guerra contra el narco se nos informó que esta surgía del deseo de regresar la tranquilidad a las calles de nuestro país, pero si a diario escuchamos de asesinatos, decapitaciones y ejecuciones creo que vale la pena hacer un alto y preguntarnos si las acciones acometidas corresponden con el deseo desde el cual surgieron, en este caso, repito, el de regresarnos la tranquilidad.

Evaluar implica someter un resultado observado a nuestros criterios consensuados y aceptados de validación, por ejemplo: alguien nos presenta una suma de 2+2 cuyo resultado es 5. Nosotros afirmaremos que dicho resultado no es válido ya que los criterios de validación consensuados y aceptados lo demuestran. Con esto quiero decir que si al inicio de esta lucha el presidente nos hubiera informado cuáles eran los criterios de validación a los que sometería los resultados de sus acciones, los hubiera consensuado y los hubiéramos aceptado no tendríamos forma de cuestionar el resultado de sus acciones.

Desde esta perspectiva decir que vamos ganando la guerra, que vamos por el camino correcto no resulta válido para quienes ignoramos o no aceptamos los criterios de validación del presidente. Pensar que la negación de dichos criterios obedece exclusivamente a la ideología que se profesa abre la puerta para decir que el aceptarlos guarda la misma relación y estaremos nuevamente recurriendo a la “intencionalidad”.

Particularmente yo le pido al presidente Calderón nos informe cuáles son los criterios de validación que utiliza para evaluar los resultados de esta lucha. Si esos criterios son el número de delincuentes muertos y tiene el dato de cuántos más han de morir para que se concrete la victoria puede ser que comparta el juicio de que vamos ganando, puede ser que me descubra equivocado a ese respecto, aunque no comparta su noción sobre el respeto a la vida.