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viernes, 14 de enero de 2011

Ya basta de sangre


En días pasados la red social tuiter fue testigo de una expresión surgida del miedo de algunos mexicanos y encabezada por los caricaturistas “monero” Hernández y “Rius”. La polémica que dicha expresión provocó en este y otros medios tiene como origen la legitimidad.

Nuestra sociedad suele cuestionar la legitimidad de las acciones basada, no en el resultado de dichas acciones, sino en una abstracción de la que siempre solemos echar mano las “intenciones”.

Decir que el presidente Calderón tuvo la “intención” de legitimar su gobierno sustentado en la guerra contra el crimen organizado es una afirmación que nadie que presuma de sensatez podría sostener. Del mismo modo, afirmar que le expresión Ya basta de sangre tiene la “intención” de restar legitimidad a dicho gobierno resulta tan insensata como la primera.

Recurrir a la intencionalidad para legitimar o para cuestionar la legitimidad de alguna acción es un intento de explicar algo que creemos comprender pero que sin embargo no tenemos un fundamento concreto para elaborar una reformulación del fenómeno al que nos referimos.

La noción de servir es relacional, algo sirve en función de lo que se desea. En el caso particular de la guerra contra el narco se nos informó que esta surgía del deseo de regresar la tranquilidad a las calles de nuestro país, pero si a diario escuchamos de asesinatos, decapitaciones y ejecuciones creo que vale la pena hacer un alto y preguntarnos si las acciones acometidas corresponden con el deseo desde el cual surgieron, en este caso, repito, el de regresarnos la tranquilidad.

Evaluar implica someter un resultado observado a nuestros criterios consensuados y aceptados de validación, por ejemplo: alguien nos presenta una suma de 2+2 cuyo resultado es 5. Nosotros afirmaremos que dicho resultado no es válido ya que los criterios de validación consensuados y aceptados lo demuestran. Con esto quiero decir que si al inicio de esta lucha el presidente nos hubiera informado cuáles eran los criterios de validación a los que sometería los resultados de sus acciones, los hubiera consensuado y los hubiéramos aceptado no tendríamos forma de cuestionar el resultado de sus acciones.

Desde esta perspectiva decir que vamos ganando la guerra, que vamos por el camino correcto no resulta válido para quienes ignoramos o no aceptamos los criterios de validación del presidente. Pensar que la negación de dichos criterios obedece exclusivamente a la ideología que se profesa abre la puerta para decir que el aceptarlos guarda la misma relación y estaremos nuevamente recurriendo a la “intencionalidad”.

Particularmente yo le pido al presidente Calderón nos informe cuáles son los criterios de validación que utiliza para evaluar los resultados de esta lucha. Si esos criterios son el número de delincuentes muertos y tiene el dato de cuántos más han de morir para que se concrete la victoria puede ser que comparta el juicio de que vamos ganando, puede ser que me descubra equivocado a ese respecto, aunque no comparta su noción sobre el respeto a la vida.

miércoles, 5 de enero de 2011

"La existencia"



Este es un video de Humberto Maturana Romesín, Doctor en biología por la universidad de Harvard, creador del concepto de autopoiesis, premio nacional de ciencias y considerado como el pensador más revolucionario de nuestro siglo en los campos de la ciencia, la filosofía y la epistomología, reconocido además por sus grandes aportes al campo de la psicología y pieza fundamental en el desarrollo de la ontología del lenguaje de Rafael Echeverría, entre muchos otras.

Por cierto, sus afirmaciones han remecido la comunidad científica al afirmar p. ej. que la ciencia no necesita la presunción de una realidad objetiva (a esto lo llama la ontología del observador). Todo lo que se dice es dicho por un observador a otro que puede ser el mismo.
Su orientación epistemológica lo pone cerca de los radicales/constructivistas tales Von Foerster, Piaget, von Glaserfeld, sin embargo él se califica sí mismo de determinista, no cree que un sistema pueda especificar una multiplicidad de mundos. Es sin lugar a dudas uno de los más connotados fundadores de la Escuela de Santiago.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Privilegios vs Democracia

Relación materno infantil, nuestro encuentro con la democracia

El fenómeno del “privilegio”
Los seres humanos nos reconocemos finitos, el futuro nos preocupa, deseamos hacer cosas que nos garanticen un bienestar hacia el futuro. Entre más amplia sea nuestra dimensión de posibilidades hacia el futuro, entramos a él con mayor confianza. Nuestra tranquilidad presente depende, en mucho, de nuestro poder de acción futura.

Solidez económica, educación, salud e información, por mencionar algunos, son elementos que nos proporcionan amplitud en nuestro poder de acción. El dinero nos permite hacer una multiplicidad de cosas que no estaríamos en condiciones de hacer sin él. La formación universitaria permite el acceso a empleos mejor remunerados, sin esfuerzo físico y con mejores condiciones de seguridad. La garantía de poder enfrentar una eventual enfermedad o prevenirla, nos permite vivir con mayor confianza. Y la información nos otorga muchas más posibilidades de tomar decisiones más efectivas. 

Quienes viven en la confianza de que su futuro tiene algunas garantías, tienen un vivir completamente diferente que quienes viven en la desconfianza o en la incertidumbre. 

Otra dimensión del ser humano, es la de lo social. Los seres humanos somos seres sociales, relacionales, nuestra existencia depende, no únicamente de lo que individualmente podamos hacer, requerimos de otros para subsistir. El hacer conjunto es otro elemento que expande nuestro poder de acción, y la confianza es fundamental en la construcción y conservación de nuestras relaciones. Es por ello que, las relaciones de las personas que viven con confianza, suelen ser más efectivas que las de los que desconfían.

Cuando los elementos antes señalados, solidez económica, educación, salud e información son restringidas en su acceso a un sector de la sociedad, los llamamos privilegios. Las posibilidades de acción para enfrentar el futuro de unos y otros pierden equidad, se produce una ruptura. La consecuencia de esto es un conflicto de emociones.

Todo aquel que haya quedado fuera de las posibilidades de acción que el privilegio permite, no solo experimentará desconfianza, sino sensación de injusticia, resentimiento, resignación, segregación, pérdida de libertad y posiblemente deseos de revancha y odio. 

La parte de la sociedad que goza de los privilegios, si bien vive en la confianza hacia el futuro, enfrenta otro problema emocional, el miedo a perderlos. Las emociones y conductas que observa en los que han sido marginados le resultan amenazantes, la confianza que tiene hacia el futuro se ve disminuida ante la posibilidad de perder sus  privilegios  y experimenta sensaciones de injusticia y resentimiento, y posiblemente deseos de revancha y odio también. 

La legitimidad de eliminar los privilegios que poseen unos cuantos se fundamenta en el deseo de obtener un poder de acción que entregue confianza hacia el futuro. Pero no resultaría menos legítimo el deseo de conservarlos, sustentado en la misma inquietud. Los deseos contradictorios tienden a ilegitimarse entre sí.

 No quisiera que esto se entienda como que estoy dando legitimidad al abuso que se comete contra las clases más vulnerables. Hablo exclusivamente de legitimar el deseo de conservación del privilegio, sustentado en la aspiración de obtener confianza hacia el futuro. 

Resumiendo, lo que tenemos es un modelo de convivencia con deseos contradictorios, sostenida en la negación de la legitimidad del otro y con dimensiones de poder de acción completamente inequitativas como consecuencia de este mismo convivir.

Cabe aclarar que esta interpretación sobre el privilegio, sólo remite a aquellos que resultan como consecuencia de la imposición y de la arbitrariedad, esos que, por conservarse, acotan las posibilidades de otros.

  No resultaría saludable, sin embargo, dejar de observar que este concepto puede verse desde una perspectiva éticamente aceptable, siempre y cuando el acceso a él no clausure la posibilidad del acceso de otro. 

Este pensamiento no pretende igualar las condiciones de vida, sino hacer  equitativas las posibilidades de acceder a mejores condiciones. La responsabilidad de lograrlo queda a sujeta a las capacidades, esfuerzos y deseos particulares de cada quien.

Izquierda y derecha

Voy a hacer un breve desvío solo para señalar algo que seguramente ya muchos conocen, y que es el acto histórico en el cual se acuñaron los términos de “derecha e izquierda”.

Si no me equivoco, en la época de la revolución francesa, la monarquía pidió a los miembros de la asamblea nacional lo siguiente: Aquellos que estuvieran a favor de que los privilegios de los que gozaban la nobleza, el clero y la milicia, deberían situarse al lado derecho del recinto, y los que se opusieran a que dichos privilegios se conservaran, habrían de situarse al lado izquierdo.

Preguntarnos únicamente por el significado de derecha e izquierda no es suficiente, en tanto que la respuesta sería similar o aproximada a lo que relaté no aclara demasiado el dilema relacional, nos deja exactamente igual que al comienzo. Unos optando por conservar los privilegios y otros por extinguirlos y sin un camino de salida posible.

Una forma de salvar ese riesgo es plantear la pregunta de manera diferente - ¿Qué tipo de relaciones creamos en un convivir que conserva privilegios arbitrarios? Y ¿qué tipo de relaciones se crean en un convivir sin privilegios impuestos? Este tipo de preguntas cierra el espacio de la definición conocida y abre uno para la reflexión. Al girar la pregunta, la respuesta reflexiva no da lugar para acusaciones, para hablar de causantes, sino solamente para hablar de consecuencias y responsabilidades. Si miramos cuidadosamente, la pregunta fundamental deja de ser moral, y ahora es una pregunta fundamentalmente ética.

El cambio

Cambiar es un tema de responsabilidad: Este modelo de convivencia en el que estamos inmersos, no es, propiamente a causa de algo o alguien en particular, sino consecuencia de nuestros hacer recurrente, de nuestro recurrente ilegitimar al otro. Las acciones recurrentes de una sociedad es lo que conforma una cultura, y la nuestra, promueve este tipo de convivencia. 

Creer que un cambio se logra a partir del cambio del otro, resulta, por decirlo menos, irresponsable, además de inefectivo. Pensar esto equivale a decir, el equivocado es el otro, que cambie él, porque yo no tengo responsabilidad en lo que sucede. Todos participamos de este modelo de convivencia, podemos negar nuestra responsabilidad, pero hacerlo no cambiará nada.

Por otra parte, y por paradójico que pueda resultarle a algunos, cambiar la manera de convivir debe ser consecuencia de la seducción de ese mismo modelo de convivencia. Hacerlo mediante la imposición es hacer lo mismo que deseamos cambiar, por lo tanto, ofrecerá un resultado similar. 

Regresando a las preguntas que planteamos, la primera, la que se refiere a la conservación de este tipo de privilegios, posiblemente la hayamos respondido en la exposición inicial. “un modelo de convivencia con deseos contradictorios sostenida en la negación de la legitimidad del otro y con dimensiones de poder de acción completamente inequitativas como consecuencia de este mismo convivir”.
Busquemos ahora responder la segunda - ¿qué tipo de relaciones se crean en un convivir sin privilegios impuestos? -

Democracia

Si nuestros ámbitos de acción posible son equiparables, competir carece totalmente de sentido, la colaboración solidaria surge como modo de expansión de nuestro poder de acción. Al no haber competencia, nuestros fines individuales son fines comunes, la apropiación y el monopolio pierden sentido también.

Cuando las acciones individuales responden a inquietudes colectivas, las conductas impositivas pierden todo sentido, con ello la negación y el rechazo a las diferencias se enfrentan de manera diferente. 

La política emerge nuevamente como el "arte de lo posible", operando como medio conservador del modelo relacional que hayamos elegido. Las políticas públicas y económicas le son coherentes también. 

La consecuencia de un vivir y convivir de esta manera, es una comunidad con poder de acción equivalente sustentada en la aceptación de la legitimidad de nuestras diferencias y de nuestra autonomía. Es decir, Democracia.

Reconozco que hasta este punto, el texto puede ser observado como una utopía, pero ese carácter se diluye si observamos nuestras experiencias en una convivencia similar. La relación infantil materna es la experiencia que nos muestra que este convivir es posible. 

 En la relación temprana con la madre, el niño surge siempre como un legítimo otro, no necesita disculparse por ser como es, tampoco la madre requiere la disculpa, ambos viven y conviven en la total aceptación. Las posibilidades de acción del niño son consecuencia de los actos solidarios y de colaboración de la madre. Sumergidos en este vivir, todas las acciones de la madre apuntan a la conservación de este tipo de relación. 

Otros puntos de referencia los podemos encontrar en relaciones familiares más amplias, de pareja, o en la amistad. El comportamiento que observamos es democrático, aceptamos a los otros a pesar de nuestras diferencias, coordinar acciones conjuntas resulta fácil. 

Vivir en la negación, en el rechazo al diferente, nos conduce a construir  nuestras relaciones sólo con aquellos que compartan nuestro mismo pensamiento; en la medida que ello ocurra, los pensares minoritarios seguirán siendo discriminados y la disidencia atacada y perseguida.

No sé si lo anterior refleja la idea de quienes optaron en la asamblea nacional francesa por oponerse a los privilegios. Tampoco sé si los que deseaban que estos privilegios se conservaran desearan este tipo de convivencia, ni tampoco veo la relevancia que eso pueda tener. Lo que hay en el presente es esta forma relacional que hemos creado y que seguimos recreando con cada una de nuestras acciones.

Insisto, de no trasladar la pregunta del ámbito moral al de la ética, estaremos sujetos, sin posibilidad de salida, a dar una respuesta impositiva y que garantice los privilegios de unos sobre otros. La moral abre una brecha insalvable al colocar a unos del lado del “bien” y a otros del lado “mal”. La negación y el rechazo son consecuencia del “deber ser”.

La ética, por el contrario, privilegia la convivencia, juzga únicamente el resultado de la convivencia, no tiene apegos a dictámenes indiscutidos respecto cómo debemos ser, por tanto, siempre hay apertura a cambiar, a transformar.



lunes, 22 de noviembre de 2010

A Patricio, mi maestro



Patricio, mi sobrino y gran maestro de vida

A Patricio, mi maestro:

Gracias, Patricio por enseñarme el valor de la vida, por mostrarme que el crecimiento personal no es un camino de ida, sino un camino de regreso a recuperar esas formas de ser que tuvimos los adultos y que hemos abandonado en el proceso de convertirnos en seres “adecuados”.

Gracias por ser totalmente libre, por no tener juicios ni prejuicios, por no apegarte a normas, dictámenes ni convencionalismos estúpidos; gracias por enseñarme la inmensa sabiduría que existe en ignorarlo todo. Gracias por tu enorme curiosidad, por tus deseos de aprender y descubrir un mundo que no tiene límites, gracias por no vivir en el pasado ni vivir en el futuro, sino siempre en tu gran compromiso con el presente; gracias por disfrutar todos y cada uno de los momentos, gracias por la pasión con la que te entregas a tu vida, a la diversión, al gozo, al juego. Te agradezco por enseñarme que el sufrimiento es efímero cuando no se vive desde la auto compasión, cuando no se niega. Me enseñas que el placer radica en saberse parte de un todo y no dueño de algo; me enseñas que decir NO contundentemente a lo que no quieres pone a salvo tu dignidad y me enseñas que la vida se vive con todos los sentidos, que el apego es estúpido porque todo está por venir, porque hay todo por descubrir; gracias por aceptarlo todo, por no resistir nada, por la confianza que tienes en la vida, por tu generosidad sin intención, por la espontaneidad de tu amor libre de interés en la reciprocidad, gracias por ser sin querer ser adecuado o bueno, gracias por no vivir en la moral y por disfrutar tu desnudez sin vergüenza, gracias por no tener miedo a ser rechazado, por no temer a la vida, por amar lo desconocido, gracias por tu creatividad para arreglártelas solo, por la responsabilidad con que te haces cargo de tu sentir y gracias, Pato, por enseñarme que la racionalidad solo sirve para armar o desarmar cosas, porque toda la vida se vive en el gozo de nuestras emociones y de nuestros sentidos, por mostrarme que las únicas necesidades verdaderas son comer, dormir e ir al baño y que hasta estas se disfrutan. Gracias por respetar los procesos sin prisas y no caminar hasta que caminas y no hablar hasta que hables; gracias por enseñarme que toda tu energía surge desde no desperdiciarla en pensamientos pasados o futuros, en resentimientos o rencores, sino desde el más profundo amor por la vida.

En algún momento serás adulto, el mundo intentará devorarte tal y como lo ha hecho con nosotros, los adultos, que estúpidamente sucumbimos ante él. Tú no lo permitas, nunca te abandones, nunca dejes que nadie te cambie ni tampoco pretendas cambiar a nadie, no dejes que te digan como debes ser, nunca dejes de gozar como lo haces ahora, el gran privilegio de pertenecer a esta vida.

Te amo
Tu tío, Juan Carlos

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Víctima o Responsable

Tú eliges



En la vida, o tenemos excusas o tenemos resultados… Tú ¿qué deseas tener?

Antes de empezar, quiero aclarar que el propósito de este texto no es cuestionar la posición que cada uno decide tomar respecto a su vida, sino abrir una posibilidad que permita cuestionar dicha posición respecto a los resultados.

En mi opinión, ante los sucesos de la vida podemos elegir tomar dos posiciones:

La posición de víctima: En esta, suponemos que la vida y los otros deben ser de una manera determinada para que nosotros seamos, hagamos y tengamos lo que deseamos. Desde este pensamiento surgen expresiones como: Si las circunstancias fueran diferentes, si el gobierno fuera otro, si mi jefe me tratara diferente, si tan solo mi esposa cambiara. O estas otras: Es que he tenido mala suerte, este es mi destino, por tu culpa yo hice… Dios me ha abandonado. En fin, frases como las anteriores sobran. Pero lo importante es notar lo que ellas expresan… En primer lugar, que las posibilidades de logro se encuentran fuera de ellos, si las cosas, la vida o los demás no cambian, nada es posible. Por otra parte, expresan resentimiento, resignación y frustración. Quiénes creen eso, tienen toda la razón, no hay manera que la vida se adecue a lo que ellos quieren.

La posición de responsable: Desde esta postura, la vida se observa diametralmente opuesta. La persona responsable reconoce que “si va a suceder, depende de mí” A diferencia de la víctima, que solamente encuentra excusas, la persona responsable encuentra posibilidades. Sabe que él es: Fuente y causa de todo lo que tiene y de lo que no tiene, por todo lo que ha hecho y ha dejado de hacer. Quien se sabe responsable va por el resultado, no se queda con la explicación. Quien se sabe responsable, ante un resultado adverso se pregunta: ¿Qué hizo falta de mí para que esto se concretara?, ¿Qué hice más importante que lo que deseo?, ¿Dónde está puesto mi compromiso? En otras palabras, la gente responsable no se justifica, se observa así misma, ve lo que hay que cambiar y lo cambia, reconoce sus incompetencias y busca aprender. La responsabilidad no admite quejas, reproches ni culpas, solo admite acciones efectivas que reviertan el resultado no deseado. Desde la responsabilidad las personas eligen por sí mismas. Desde la victimización, las personas creen que los demás eligen por ellas.

El lenguaje denota, siempre, las emociones a partir de las cuáles actuamos. Las víctimas suelen incluir recurrentemente en su lenguaje las palabras: Pero y Es que. Y no es un asunto trivial, la palabra pero siempre desvirtúa lo dicho antes de ella: Claro que estoy inconforme, pero… Lo iba a hacer, pero… Ya lo que se desea perdió importancia  en lo que se dice después del pero, y lo relevante es lo que se dice después. Es que, se utiliza siempre que se desea entregar una excusa. Es que había mucho tráfico, es que tuve que quedarme en el trabajo, es que no tuve dinero.

La postura responsable suprime estas dos palabras, utiliza la conjunción Y: No lo hice, no supe cómo y voy a aprender. Estoy inconforme, lo voy a decir y haré lo que haga falta para cambiarlo.

Si pueden observar, las palabras Pero y Es que, inmovilizan, se centran en el pasado. Utilizar la conjunción Y, mueve a la acción, se centra en el presente y en el futuro.

Cuando daba cursos respecto a la responsabilidad, solía hacer lo siguiente: Tomaba un plumón y lo dejaba caer al suelo. Inmediatamente decía: La explicación por la cual el plumón cayó al suelo es por la ley de gravedad. Acto seguido preguntaba: ¿Hay otra explicación? E invariablemente la respuesta era: Sí, la otra explicación es que lo dejaste caer. Como pueden ver, este mismo hecho tiene dos explicaciones. La primera alude a la circunstancia, que es la ley de gravedad. La segunda pone la responsabilidad en mí, yo estoy a cargo, de mí depende que suceda y no de la circunstancia, o a pesar de ella.

La responsabilidad tiene que ver con el poder. Entendiendo el poder como posibilidad de acción. En el ejemplo anterior, yo soy quien tiene el poder de hacer que el plumón caiga o no. La diferencia fundamental entre las personas exitosas y las mediocres, radica en el poder de hacer que cada una se confiere.

Otra característica de la víctima es el egocentrismo; la víctima cree que el mundo gira alrededor de él, todos se confabulan para hacerle la vida miserable. Fulano me hizo, el gobierno me torna, mi esposo me hace sentir inferior.  La víctima ni siquiera se sabe responsable de que lo que siente es su sentir, y por tanto su responsabilidad. Lo que finalmente hace es cederle el poder al otro. En esta postura le damos permiso al otro para que nos diga cómo nos debemos de sentir y qué debemos hacer. La responsabilidad, entonces, también tiene que ver con la libertad.

La victimización a final de cuentas es una mentira, es una forma de engañarnos, de ceder nuestro poder y nuestra libertad. La responsabilidad es la única forma de recuperarlas.

Después de todo lo dicho parecería que estoy sugiriendo que desde la postura responsable es posible todo. Pues no, no lo es. Evidentemente habrá muchas cosas que no podamos lograr, aún y siendo 100% responsables; sin embargo, desde no poder culpar a nadie, incluso ni a nosotros mismos, el fracaso no se vive como tal, porque la persona responsable siempre encuentra aprendizaje en el fracaso, acepta que no es posible lo que desea y lo vive en paz. Es decir, la responsabilidad nos permite aceptar lo que no se puede cambiar y aceptado así, la persona se hace cargo de lo que eso le provoca. La responsabilidad, entonces, tiene que ver también con la paz y con la humildad.

Todo esto lo podemos resumir de la siguiente manera: La víctima vive la vida que cree que le tocó. El responsable vive la vida que sabe que merece.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Nos hicimos la pregunta equivocada...

"El arte de preguntar"



Miles habían visto caer manzanas… Sólo Newton se preguntó por qué

La reflexión que hago aquí y que muy frecuentemente seguiré haciendo surge desde la inquietud de juzgar que México, país en el que nací, en el que vivo y amo, sufre las consecuencias de un hacer recurrente que ha dado como resultado un hacer violento.

Quisiera, antes de comenzar, aclarar que todo lo que he escrito con anterioridad es mi plataforma de apoyo; parto de ahí para fundar las interpretaciones que aquí haga. Pido a mis lectores no tomen mi particular interpretación como un deseo mío de arrogarme alguna verdad, sino que lo vean como una posibilidad, como una ontología del fenómeno de la violencia que nos permita construir, si la juzgan poderosa, una coordinación de acciones que resuelva el problema que enfrentamos.

El único motivo por el cual efectuamos la acción de preguntar, es porque deseamos obtener respuestas que nos sirvan de apoyo para efectuar la acción de decidir. En toda acción humana subyace una decisión, los seres humanos vivimos, cada instante de nuestra existencia decidiendo; incluso la acción de no decidir surge desde la decisión de no hacerlo. La emoción de la confianza juega un rol fundamental en nuestras decisiones, toda decisión está basada en la confianza, no hay otro camino, siempre decidiremos sobre aquello que juzguemos que mayor confianza nos proporciona. Uno de los grandes dilemas existenciales actuales radica en que pareciera que ya todo está dicho, que todas las respuestas están dadas, que las maneras de hacer las cosas ya están en su totalidad determinadas. Y cómo no pensarlo con la cantidad de religiones, doctrinas, filosofías, ideologías y hasta partidos políticos que creen tener todas las respuestas. Este pensar que todo está dado resulta inofensivo en tanto esas respuestas nos funcionan para alcanzar lo que deseamos y para conferir sentido a nuestras vidas. El problema surge cuando no funcionan o dejan de hacerlo, cuando el sentido que guardaban nos resulta insuficiente para enfrentar las acometidas de la vida, cuando esas respuestas no inspiran ya confianza.

Einstein decía que un problema no puede ser resuelto si se planteaba de la misma manera en que fue creado. Con esto, el físico Alemán reconoce que el problema no radica en la respuesta obtenida, dado que dicha respuesta es la consecuencia de la pregunta efectuada; por tanto, habría que formular preguntas diferentes que proporcionarán respuestas diferentes.

Muchos juzgamos que la estrategia del combate contra el narcotráfico está resultando inefectiva. Esta estrategia, esta forma de hacer ha dado como resultado un saldo de 30,000 personas muertas, entre ellas muchas no involucradas directamente. Tal vez poco nos hemos detenido a observar que una estrategia es una respuesta a una pregunta previa y que, la decisión de llevarla a cabo, resulta de la confianza que se depositó en ella. Observar una respuesta nos puede aproximar a conocer la pregunta que la originó. ¿Qué pregunta se planteó el presidente para obtener esta respuesta? Una de las posibles preguntas que se pudo haber formulado Calderón es la siguiente: ¿Cómo terminamos con el tráfico de drogas en el menor tiempo posible? No quiero decir que esta fue la pregunta concreta que se hizo Felipe Calderón, tampoco quiero decir que no haya otros factores que intervengan en la formulación de la pregunta, como intereses políticos, personales, temores, ambiciones, etc. Sin embargo, de haber existido tales, no las podemos conocer a profundidad y tampoco las podemos comprobar. Como quiera que haya sido, la pregunta formulada arrojó como respuesta: La guerra.
Sostengo que preguntar es un arte, ontológicamente existen varios tipos de preguntas: Horizontales, verticales, transversales y ortogonales. Cada una remite a algo particular y cada una de ellas arroja respuestas muy diferentes. Cómo mencioné anteriormente, en un mundo repleto de respuestas resulta común creer que no hay más preguntas por hacer, el mundo de las respuestas ha clausurado nuestra capacidad para hacer preguntas. La única herramienta que poseemos los seres humanos para profundizar en un fenómeno, para expandir nuestra mirada, para situarnos en un “claro” al que ya hacía referencia Heidegger, son las preguntas. El arte de preguntar radica entonces en hacer preguntas diferentes, pero también en que las respuestas arrojen un número significativo de nuevas preguntas, de tal modo que obtengamos confianza, pero no nos atemos a la certeza. La necedad deviene de ahí, de haber encontrado una sola respuesta y vivirla como verdad.

Resumiendo lo anterior, podemos decir: Una respuesta inefectiva es consecuencia de una pregunta inefectiva. De aceptar esto, cabe preguntarse ¿cuál, o cuáles, son las preguntas que pueden ampliar nuestra mirada respecto al fenómeno de la violencia en México para obtener una solución más viable y menos dolorosa?

Por mi parte, haré una: ¿Qué tipo particular de fenómeno es el fenómeno de la violencia? En mi opinión esta es la pregunta fundamental cuya respuesta nos aproximaría de forma importante a conocer el fenómeno de la violencia y nos abre posibilidades de nuevas preguntas.

No quiero describir el proceso de respuestas y nuevas preguntas que atravesé en la búsqueda de responder la pregunta anterior, solamente diré cuál es la respuesta: “El fenómeno de la violencia es un fenómeno relacional, y por tanto, sistémico”. Basado en esta respuesta, próximamente hablaré de las acciones que particularmente me aparecen disponibles para la solución de este problema; sin embargo los invito animadamente a dos cosas: Pensar en las acciones que ustedes implementarían a partir de esta interpretación y a formularse sus propias preguntas en búsqueda de una interpretación más poderosa.

Para finalizar, quiero destacar que el interés de este artículo no radica en mostrar mi particular respuesta, la cual es solo una posibilidad, sino mostrar la importancia de los diferentes procesos de pensamiento que podemos utilizar como vehículo para la resolución de problemas y de generación de conocimiento nuevo y autónomo. ¡No todo está dicho!

martes, 19 de octubre de 2010

Los seres humanos nos constituimos en el lenguaje

"Dintinciones, juicios y narrativas nos constituyen"


En entradas anteriores establecimos que los seres humanos “no sabemos cómo las cosas son ,solo sabemos cómo las interpretamos”. Dado lo anterior sería preciso reconocer que dichas interpretaciones ocurren en el lenguaje. “Los seres humanos nos creamos en el lenguaje”.

El mundo que percibimos no es percibido únicamente por nuestros sentidos, lo percibimos también a través del lenguaje, a través de las distinciones que hacemos en el lenguaje. Una distinción es la capacidad que tenemos de separar un algo de un todo y constituirlo en un objeto de observación. A través de nuestras distinciones los seres humanos damos orden al caos, pero lo hacemos de formas muy diferentes. Una misma situación es observada de manera distinta de acuerdo a las distinciones de las cuáles participamos.

Si se presenta un estado de resultados a un arquitecto verá en él cosas muy diferentes a las que ve un contador, mismo caso es presentar un plano de construcción a un administrador de empresas quien observará cosas distintas a las que observa un ingeniero. Un médico tradicional verá cosas distintas en el cuerpo humano de las que ve un médico formado en medicina oriental. El mismo cielo es observado de maneras distintas por astrónomos que por astrólogos. Los ejemplos pueden ser muchos, de hecho, cada profesión y cada oficio no son más que un conjunto de distinciones dentro de un dominio particular. Como podemos ver, las acciones que nos están disponibles, se encuentran acotadas por el tipo particular de observador en que nos constituyen las distinciones de las que participamos. Digámoslo una vez más, muchos de los objetos que pueblan nuestros mundos resultan de las distinciones que seamos capaces de realizar.

Pero el lenguaje no únicamente nos permite distinguir diferentes objetos, también nos permite tomar una posición respecto a ellos, no somos observadores neutrales, el mundo que observamos nos importa, y nos importa también de maneras distintas, pero ninguno de nosotros somos descomprometidos con lo que observamos. No podemos desprendernos de nuestras posiciones, los horizontes de posibilidades que observamos nos afectan de una u otra manera. Esa manera se define en nuestra particular capacidad de enjuiciar lo que vivimos, lo que experimentamos. Los seres humanos, como seres lingüísticos, emitimos juicios respecto a lo que vivimos y diferentes juicios nos constituyen en observadores diferentes.

Individuos distintos participando de una misma situación se constituyen en observadores diferentes de acuerdo a los juicios que sean capaces de proveer a la situación observada. Rigurosamente, hablar de una misma situación es ahora un sinsentido, no existe una sola situación, sino tantas como observadores participen de ella. La objetividad como tal es inexistente.

Por último diremos que el lenguaje no solo nos permite hacer distinciones y emitir juicios, entre otras muchas, nos permite hacer narrativas, conectar varias observaciones y entretejerlas a manera de obtener una historia, un relato, una explicación. De acuerdo a las explicaciones o historias que nos contemos nos constituiremos en observadores diferentes. Los relatos que hacemos de nosotros mismos distan mucho de ser los que otros cuentan de nosotros. Lo que somos es solo el relato que hacemos de nosotros y el que los otros hacen de nosotros, los seres humanos somos una construcción lingüística.

Así pues, nuestros ámbitos de acción, de lo posible y de lo imposible, están sujetos por mucho a las distinciones, juicios y narrativas que seamos capaces de proveer a lo observado. Veo necesario aclarar que estos tres ámbitos del lenguaje tienen dimensiones mucho más profundas que por razones de espacio no podemos tratar, pero espero sirvan como fundamento para desprendernos de la noción de “verdad” que conocemos y podamos comenzar a observarnos de manera distinta.