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jueves, 11 de noviembre de 2010

Nos hicimos la pregunta equivocada...

"El arte de preguntar"



Miles habían visto caer manzanas… Sólo Newton se preguntó por qué

La reflexión que hago aquí y que muy frecuentemente seguiré haciendo surge desde la inquietud de juzgar que México, país en el que nací, en el que vivo y amo, sufre las consecuencias de un hacer recurrente que ha dado como resultado un hacer violento.

Quisiera, antes de comenzar, aclarar que todo lo que he escrito con anterioridad es mi plataforma de apoyo; parto de ahí para fundar las interpretaciones que aquí haga. Pido a mis lectores no tomen mi particular interpretación como un deseo mío de arrogarme alguna verdad, sino que lo vean como una posibilidad, como una ontología del fenómeno de la violencia que nos permita construir, si la juzgan poderosa, una coordinación de acciones que resuelva el problema que enfrentamos.

El único motivo por el cual efectuamos la acción de preguntar, es porque deseamos obtener respuestas que nos sirvan de apoyo para efectuar la acción de decidir. En toda acción humana subyace una decisión, los seres humanos vivimos, cada instante de nuestra existencia decidiendo; incluso la acción de no decidir surge desde la decisión de no hacerlo. La emoción de la confianza juega un rol fundamental en nuestras decisiones, toda decisión está basada en la confianza, no hay otro camino, siempre decidiremos sobre aquello que juzguemos que mayor confianza nos proporciona. Uno de los grandes dilemas existenciales actuales radica en que pareciera que ya todo está dicho, que todas las respuestas están dadas, que las maneras de hacer las cosas ya están en su totalidad determinadas. Y cómo no pensarlo con la cantidad de religiones, doctrinas, filosofías, ideologías y hasta partidos políticos que creen tener todas las respuestas. Este pensar que todo está dado resulta inofensivo en tanto esas respuestas nos funcionan para alcanzar lo que deseamos y para conferir sentido a nuestras vidas. El problema surge cuando no funcionan o dejan de hacerlo, cuando el sentido que guardaban nos resulta insuficiente para enfrentar las acometidas de la vida, cuando esas respuestas no inspiran ya confianza.

Einstein decía que un problema no puede ser resuelto si se planteaba de la misma manera en que fue creado. Con esto, el físico Alemán reconoce que el problema no radica en la respuesta obtenida, dado que dicha respuesta es la consecuencia de la pregunta efectuada; por tanto, habría que formular preguntas diferentes que proporcionarán respuestas diferentes.

Muchos juzgamos que la estrategia del combate contra el narcotráfico está resultando inefectiva. Esta estrategia, esta forma de hacer ha dado como resultado un saldo de 30,000 personas muertas, entre ellas muchas no involucradas directamente. Tal vez poco nos hemos detenido a observar que una estrategia es una respuesta a una pregunta previa y que, la decisión de llevarla a cabo, resulta de la confianza que se depositó en ella. Observar una respuesta nos puede aproximar a conocer la pregunta que la originó. ¿Qué pregunta se planteó el presidente para obtener esta respuesta? Una de las posibles preguntas que se pudo haber formulado Calderón es la siguiente: ¿Cómo terminamos con el tráfico de drogas en el menor tiempo posible? No quiero decir que esta fue la pregunta concreta que se hizo Felipe Calderón, tampoco quiero decir que no haya otros factores que intervengan en la formulación de la pregunta, como intereses políticos, personales, temores, ambiciones, etc. Sin embargo, de haber existido tales, no las podemos conocer a profundidad y tampoco las podemos comprobar. Como quiera que haya sido, la pregunta formulada arrojó como respuesta: La guerra.
Sostengo que preguntar es un arte, ontológicamente existen varios tipos de preguntas: Horizontales, verticales, transversales y ortogonales. Cada una remite a algo particular y cada una de ellas arroja respuestas muy diferentes. Cómo mencioné anteriormente, en un mundo repleto de respuestas resulta común creer que no hay más preguntas por hacer, el mundo de las respuestas ha clausurado nuestra capacidad para hacer preguntas. La única herramienta que poseemos los seres humanos para profundizar en un fenómeno, para expandir nuestra mirada, para situarnos en un “claro” al que ya hacía referencia Heidegger, son las preguntas. El arte de preguntar radica entonces en hacer preguntas diferentes, pero también en que las respuestas arrojen un número significativo de nuevas preguntas, de tal modo que obtengamos confianza, pero no nos atemos a la certeza. La necedad deviene de ahí, de haber encontrado una sola respuesta y vivirla como verdad.

Resumiendo lo anterior, podemos decir: Una respuesta inefectiva es consecuencia de una pregunta inefectiva. De aceptar esto, cabe preguntarse ¿cuál, o cuáles, son las preguntas que pueden ampliar nuestra mirada respecto al fenómeno de la violencia en México para obtener una solución más viable y menos dolorosa?

Por mi parte, haré una: ¿Qué tipo particular de fenómeno es el fenómeno de la violencia? En mi opinión esta es la pregunta fundamental cuya respuesta nos aproximaría de forma importante a conocer el fenómeno de la violencia y nos abre posibilidades de nuevas preguntas.

No quiero describir el proceso de respuestas y nuevas preguntas que atravesé en la búsqueda de responder la pregunta anterior, solamente diré cuál es la respuesta: “El fenómeno de la violencia es un fenómeno relacional, y por tanto, sistémico”. Basado en esta respuesta, próximamente hablaré de las acciones que particularmente me aparecen disponibles para la solución de este problema; sin embargo los invito animadamente a dos cosas: Pensar en las acciones que ustedes implementarían a partir de esta interpretación y a formularse sus propias preguntas en búsqueda de una interpretación más poderosa.

Para finalizar, quiero destacar que el interés de este artículo no radica en mostrar mi particular respuesta, la cual es solo una posibilidad, sino mostrar la importancia de los diferentes procesos de pensamiento que podemos utilizar como vehículo para la resolución de problemas y de generación de conocimiento nuevo y autónomo. ¡No todo está dicho!

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