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lunes, 11 de octubre de 2010

Consenso y efectividad

"Una nueva forma de relacionarnos"
Consenso y efectividad son factores que nos llevan a crear la ilusión de que los seres humanos tenemos un acceso libre a ver las cosas en la transparencia de su ser.

Consenso:
Parecería que el hecho de que dos o más observadores coincidamos en nuestras apreciaciones sería suficiente para determinar que estamos viendo las cosas como realmente son; sin embargo, este hecho lo único que demuestra es que dos o más observadores coincidimos en ver las cosas de determinada manera.

Como dijimos en la entrada anterior, los seres humanos compartimos como especie rasgos característicos biológicos que acotan nuestra percepción del exterior. Al interior de una misma especie se producen variaciones biológicas significativas, de allí que individuos pertenecientes a una misma especie puedan hacer, sólo desde el punto de vista de la biología, diferentes observaciones, lo cual ejemplificamos aludiendo al daltonismo.

De la presunción que el consenso garantiza la verdad, considerada como el conocimiento real de las cosas, resulta como consecuencia una modalidad de convivencia particular. Mientras el consenso se mantiene es inofensivo, el problema surge cuando aparece alguien desafiando ese consenso, cuando aparece el disidente observando las cosas de una manera diferente. El tipo de relación que tenderán a mantener aquellos que presumen poseer la verdad con este disidente, será muy diferente que aquella que mantienen con los que comparten el consenso. Estamos hablando de un tipo de convivencia discriminatoria, excluyente.


Uno de los problemas que enfrentamos hoy día es el vivir en un mundo en el que existe un proceso de disolución creciente de nuestras fronteras culturales y donde, por lo tanto, estamos obligados a convivir con observadores muy diferentes a nosotros mismos. Esa convivencia sólo tenderá a acrecentarse en el futuro y debemos prepararnos desde ya para participar en ella. Sostenemos que nuestras interpretaciones tradicionales, que desconocen el papel del observador, resultarán un obstáculo importante para las nuevas modalidades de convivencia del futuro en la medida que busquemos establecer relaciones sólidas, profundas y perdurables y sea necesario trascender relaciones meramente instrumentales.

Efectividad
Cuando, a partir de una determinada forma de observar o interpretar las cosas, logramos los resultados que buscamos, tendemos a suponer que nuestra modalidad de observación o de interpretación es verdadera. Usamos la práctica como criterio de verdad. Decimos que “la verdad del pastel se encuentra en el comérselo”. Sin embargo, aquí efectuamos nuevamente un salto lógico. La práctica no puede demostrar la verdad de nada. El único criterio que nos provee la práctica es un criterio de poder. Nos muestra que una modalidad de observación o de interpretación es capaz de generar acciones que otra modalidad no puede. En otras palabras, que la primera, para un determinado observador, es más poderosa que la segunda. Pero nada podemos concluir sobre la capacidad que ellas tengan de adecuarse o no a como las cosas realmente son.
La historia y las ciencias están plagadas de ejemplos de interpretaciones que en un momento fueron consideradas portadoras de la verdad hasta que apareció otra diferente que hizo que la primera pasara a ser considerada falsa. Se acuñó incluso la frase de que “algo es verdadero hasta el momento en que se le descubre falso”. Pero este reconocimiento debiera más bien hacernos sospechar de la distinción que hacemos entre verdad y falsedad.

Aunque ello contradiga presupuestos a los que estamos muy acostumbrados, el fuerte atractivo de las ciencias no reside en su capacidad de proveer la verdad, sino en su poder de reproducción de determinados fenómenos y de transformación práctica. Efectividad no puede confundirse con verdad. Determinadas interpretaciones nos parecen verdaderas hasta el momento que emerge otra diferente y más poderosa, momento en el que ahora la primera nos parecerá falsa. Sin embargo, los términos de verdad o falsedad nos colocan en una disyuntiva débil (y con ello sólo queremos decir “poco poderosa”).

Sostenemos que ello es poco poderoso pues la presunción de verdad nos amarra innecesariamente a las interpretaciones que consideramos verdaderas y limita nuestra apertura a observar otras interpretaciones como más poderosas que las nuestras. Cada vez que presumimos haber alcanzado la verdad, nos relajamos, bajamos la guardia y disminuimos el interés en examinar el poder de interpretaciones alternativas. Ello obviamente termina limitando nuestra capacidad de innovación y, por ende, nuestra competitividad y capacidad de contribuir al desarrollo de interpretaciones todavía más poderosas que las que disponemos. Desde esta perspectiva, la presunción de verdad es siempre a posteriori.

Me pareció muy pertinente hacer estas aclaraciones antes de entrar al tema del lenguaje, que trataremos en la siguiente entrada. Por lo pronto dejo un par de preguntas relacionadas con el esta. De aceptar lo que aquí hablamos ¿qué tipo de relaciones comenzarías a tener con aquellos que ven las cosas diferentes a ti?  ¿Podrá haber acciones más poderosas que no has explorado por creer que la efectividad garantiza la verdad?



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